domingo, 5 de diciembre de 2010

Opinión sobre un artículo


Doce carros por la cara
Decenas de jóvenes antisistema asaltan un establecimiento en Barcelona y reparten alimentos entre los ciudadanos





 Decenas de jóvenes antisistema saquearon en la tarde de ayer un supermercado en Barcelona y repartieron los alimentos sustraídos entre los vecinos en una acción de protesta contra la crisis económica y la precariedad laboral. La llegada de los Mossos d'Esquadra puso fin al asalto y tras unos minutos de diálogo se marcharon sin que la policía realizara ninguna detención.
"¡Que pague Millet!", gritaban los asaltantes. No hubo detenciones
La acción, que había sido convocada por la Asamblea de Parados de Barcelona, se inició pasadas las seis de la tarde en el supermercado de la cadena Caprabo-Eroski, situado en la plaza de Llucmajor, en el barrio obrero de Nou Barris. De manera coordinada, varios jóvenes entraron en el establecimiento y llenaron 12 carros con productos de primera necesidad, como pasta, arroz, embutidos y conservas, y alguna botella de vino.
Cuando los carros estaban repletos, los jóvenes se acercaron a las seis cajas registradoras del centro y todos los productos pasaron por el lector de códigos de barras. A la hora de pagar desvelaron a las cajeras que no pensaban hacerlo, por lo que se crearon unos instantes de desconcierto que fueron aprovechados por algunos clientes para pasar por caja sin abonar tampoco el contenido de sus carros de la compra. Mientras tanto, los jóvenes antisistema empezaron a repartir los productos sustraídos entre los vecinos del barrio, que habían sido alertados por los saqueadores con dos megáfonos.
El reparto acabó cuando llegaron diversas patrullas de los Mossos d'Esquadra, que retuvieron a los jóvenes a la entrada del supermercado. Entre las cajas registradoras y la puerta de salida se agolparon los alimentos y los asaltantes, quienes requirieron a la dirección del centro para que continuara el reparto. Como era previsible, no lo consiguieron, pero los jóvenes se dieron por satisfechos.
Su acción había quedado registrada por las cámaras de seguridad del centro, igual que el comportamiento de algunos clientes que aprovecharon la protesta para no pagar la compra.
"No nos hemos llevado ningún producto a casa. Hemos repartido los que hemos podido y los que no, se han quedado dentro", explicó uno de asaltantes. Los mossos permitieron su salida del supermercado sin cachearlos, mientras los empleados y los mismos policías se apresuraron a reponer las bolsas con los productos sustraídos para que el establecimiento recuperase la normalidad de manera rápida.
Y así fue. Pasadas las 19.15 no quedaba rastro del saqueo. "¡Que pague Millet!", coreaban en el exterior los jóvenes, en alusión al que fuera presidente del Palau de la Música, Félix Millet, que ha confesado ante el juez un saqueo de más de tres millones de euros y que está en libertad por decisión del magistrado.

Mi opinión:

Se puede entender fácilmente el punto de vista de los jóvenes que padecen la crisis económica. En tiempos difíciles, hay gente que estaría lista a hacer cualquier cosa para que su familia o amigos puedan comer. El acto descrito por el artículo no habla de un simple delito, sino de una acción motivada por la primera necesidad y la generosidad, en cierto modo, ya que los saqueadores compartieron los alimentos con los vecinos pobres de su barrio y no lo llevaron a casa. Se puede interpretar como un acto simbólico, una protesta contra la crisis. De hecho, España se ha empobrecido mucho en los últimos años – con una de las peores situaciones europeas – y la panorama laboral es deplorable.

Los supermercados no pueden permitir que tales actos vuelvan a ocurrir porque, si ya no venden sus productos en señal de solidaridad contra la crisis, perderían beneficios a largo plazo y no podrían ganarse la vida.

Me parece que la policía ha tomado una buena decisión por no detener a ningún de los jóvenes, que no emplearon medios violentos y cuya acción solo fue animada por una generosidad ante la coyuntura económica del país, que los policíacos pueden entender, como ciudadanos. No obstante, al repetirse, esa decisión podría tener repercusiones en el futuro. Puede ser interpretado como una señal de que las autoridades estén a favor de las ideas de los ladrones. Si las autoridades civiles empiezan a aprobar acciones “antisistema”, por mas generosa e ideológicas que parezcan, hay un peligro de que lleguemos a un contexto de anarquía.

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