lunes, 15 de noviembre de 2010

Protesta contra la visita del Papa y defensa del laicismo en España

Manifestaciones reunieron a opositores a la visita del Papa Benedicto XVI en España

José Luís Rodríguez Zapatero, presidente español, no asistió a la gran misa del domingo 7 de noviembre en Barcelona, en la que Benedicto XVI consagró la “Sagrada Familia”, la famosa catedral edificada por el gran arquitecto catalán Antoni Gaudí, aún no terminada tras 128 años de obras.
La polémica alrededor de la visita del Papa a España refleja el diálogo difícil entre la Iglesia y un país históricamente católico, pero donde los militantes de la laicidad y los anticlericales son cada vez más numerosos.

El príncipe Felipe y su esposa Doña Letizia, los príncipes de Asturias, acogieron al Pontífice en el aeropuerto de Santiago de Compostela (Galicia), el sábado 6 de noviembre, para que visite la Catedral y celebre la misa. El Rey Juan Carlos y la Reina Sofia lo recibieron en Barcelona el día siguiente, para el acto de la Sagrada Familia. A pesar de la multitud de fieles que acudieron a la capital gallega para asistir al acontecimiento, durmiendo en sacos sobre el suelo de la ciudad y cantando cánticos religiosos, el Papa se mostró preocupado por el “laicismo agresivo” existente en la España actual.


Eu non te espero / Jo no t’espero

De hecho, incidentes ocurrieron el jueves entre grupos opuestos a la visita y agentes de seguridad en Galicia y desembocaron en altercados entre unas cincuenta personas y la Policía Nacional. Los agentes impidieron al grupo acceder a la zona vieja de la ciudad, mientras manifestantes gritaban lemas como “Visita papal, Estado policial” o “No te esperamos”.


En Barcelona, se reunieron unas 3.000 personas para protestar contra la visita de Benedicto XVI, considerado como un “payaso” o “jefe de un Estado totalitario, violador de bolsillos y conciencias”. Sobre todo se reprochaba la posición intransigente del Sumo Pontífice sobre la libertad sexual, sobre todo en relación con la homosexualidad, el aborto y el uso del condón. También se denunció la “hipocresía” del Gobierno central y de las Administraciones autonómicas que generalizan el desempleo y destinan millones de euros para financiar “eventos superfluos” como la visita del Papa.

Además, se previó un gran “Queer Kissing Flashmob”, es decir el beso colectivo de unas 500 parejas, gays o heteros, el domingo a las 9, en la Plaza de la Catedral de Barcelona, punto de departe del camino del Pontífice hasta la Sagrada Familia. Según los organizadores, el encuentro, iniciado vía la red Facebook, permite protestar contra la “manera como la iglesia concibe las relaciones entre personas” de manera “pacífica, simbólica y símpatica” (sin gritos, lemas o pancartas). No obstante, el verdadero objetivo del acontecimiento no era defender los derechos de los homosexuales y la diversidad de las morales, sino aprovechar la visita papal a Barcelona para realizar algo inusual con un gran grupo de personas en un lugar público, antes de dispersarse rápidamente, según la pura filosofía del flashmob.

Desde un punto de vista económico, la visita papal no constituyó una oportunidad muy rentable para los restaurantes, tiendas de ‘souvenirs’ (imágenes del Papa, llaveros, campanitas y medallas), ventas de camisetas con el nombre de Messi o alquiladores de terrazas o balcones con vistas privilegiadas a la Sagrada Familia. Los que más beneficiaron del viaje vaticano fueron las cadenas de televisión, gracias al impacto mediático.

Sucesor de Juan Pablo II, el Papa Benedicto XVI (Joseph Ratzinger) es considerado como el “cancerbero de Dios”. La rigidez doctrinal total que impuso a la vida intelectual de la Iglesia, así como sus declaraciones y posiciones sobre temas delicados provocado la antipatía de mucha gente. También se dice que “desactivó el Concilio Vaticano II”. La Iglesia católica, recientemente marcada por múltiples casos de pederastia del clero, conoce tiempos difíciles.




España cada vez más pro laica

Según el periódico izquierdista Público, el Papa llegó en la España menos católica de toda su historia. Durante los últimos años, la tradición católica ha regresado de manera importante. “Los dirigentes de la Iglesia intentaron imponer sus criterios en contra de la voluntad del pueblo demasiado a menudo”, comentó Celestino Corbacho, un socialista que recientemente abandonó el gobierno. Cuando llegaron al poder en 2004, los socialistas proclamaron su voluntad de confirmar la “no confesionalidad del Estado”. El proyecto implicaba nuevas leyes a favor del aborto, el divorcio y el matrimonio homosexual, lo que el portavoz de los obispos españoles consideró como “el peor evento subido por la Iglesia católica en dos mil años de historia”.

Largos debates sobre el derecho al aborto dieron lugar a manifestaciones masivas hasta la primavera 2010. Los obispos anunciaron la excomunión de los diputados a favor de este derecho. Sin embargo, la ley fue aprobada en julio de 2010, aunque el Partido Popular (PP) y el gobierno autónomo de Navarra, región históricamente tradicionalista, se refirieron al Tribunal constitucional.
Estas reformas hicieron de España un de los países europeos más progresistas en estos ámbitos. Según un sondeo publicado por el Centro de Investigaciones Sociológicas en octubre, un 73,2% de los españoles se declaran católicos, contra un 80% en 2002.

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